Tras varias negociaciones, se ha procedido a plantear en el Congreso las enmiendas para que llevar a cabo piquetes, o lo que es lo mismo coaccionar a un compañero para que no trabaje, sea legal. La legalización de los piquetes ya está aquí.

¿Qué son los piquetes?

Los piquetes son un grupo de personas que de forma violenta o pacífica, intentan mantener o imponer una consigna de huelga. El problema no radica en la gente pacífica que informa sobre los por qué de la huelga, sino sobre la turba violenta que a menudo amenaza o agrede a personas y destrozan mobiliario público y privado para imponer su idea de huelga. Pues bien, el ejecutivo quiere que se erradiquen las penas a la parte delictiva (los que agreden y rompen cosas).

¿Cómo se quiere llevar a cabo la legalización de los piquetes?

Mediante la derogación del artículo 315.3 del Código Penal que contempla penas de prisión para estos piquetes, posibilitando la revisión de las sentencias firmes dictadas de conformidad con la legislación que se deroga.

Se propone la enmienda de mantener en el Código Penal las penas de cárcel para los abusos que puedan cometer los piquetes en una huelga, aunque rebaja los años de prisión previstos a solo uno, o dos en caso de que se lleven a cabo con coacciones.

Reducción de penas para los piquetes:

Se plantea equiparar y rebajar las penas para quienes «mediante engaño o abuso de situación de necesidad, impidieren o limitaren el ejercicio de la libertad sindical, el derecho de huelga o condujeren a otras personas a iniciar o continuar una huelga».

La propuesta limita a un año la pena máxima de prisión prevista en este artículo (actualmente se fija en dos años de cárcel) y en caso de existir coacciones se rebaja de los tres años de prisión vigentes a dos años. El artículo vigente para las coacciones en el ámbito de una huelga, contempla penas de cárcel de hasta tres años.

Como vemos, se pretende la despenalización en gran medida de hechos delictivos, que pueden poner en riesgo la integridad de personas o entidades. Además, puede suponer que parte de las pequeñas y medianas empresas se vean abocadas a secundar huelgas (crean o no en ellas) por el miedo real a que sus negocios puedan ser destrozados por gente exaltada que no entiende el diálogo.

Por ello os dejo una reflexión: ¿De verdad creemos que nos dan más derechos? o ¿nos quitan la paz y perturban nuestra capacidad de libre decisión?. Al final es importante saber qué queremos y qué estamos dispuestos a perder para conseguirlo.

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