Cuando pensamos en herencias, sobre todo en recibirlas, tendemos a pensar en lo mucho que nos va a dejar la tía soltera que vive en el pueblo, si tendremos que repartirlo entre muchos hermanos a cuánto tocaremos, o si el tío abuelo nos habrá dejado algo en el testamento. ¿Y las deudas, alguien ha pensado en ellas? Las deudas también se heredan.

Pues ya os lo aclaramos desde aquí. Sí, las deudas se heredan, tal y como viene recogido en el artículo 659 del Código Civil “la herencia comprende todos los bienes, derechos y obligaciones de una persona, que no se extingan por su muerte”. Si aceptamos la herencia, aceptamos también las deudas que ella conlleve.

Pero no todo tiene por qué ser tan aciago, habría tres opciones viables en lo que a las deudas de una herencia se refiere, que explicaremos a continuación, con el fin de que cada uno vea cuál cree se adapta mejor a su caso.

  • Aceptar la herencia: o lo que es lo mismo asumir lo malo y lo bueno, deudas y bienes, que esta conlleve. Así cualquier deuda que tuviera el finado deberá ser asumida y resuelta por el heredero.
  • Rechazar la herencia: esto lo recomendaría sobre todo en aquellos casos en que sepamos que las deudas son cuantiosas y que vamos a salir claramente perdiendo si aceptásemos la herencia.
  • Aceptar a beneficio de inventario: consiste en hacer un inventario de bienes y derechos y obligaciones, y una vez visto el resultado se acepta o no la herencia ante notario, pero con la siguiente salvedad, podemos aceptar la herencia especificando que una vez saldadas todas las deudas sólo nos quedaremos con el positivo restante. Si no hubiera herencia suficiente para pagar las deudas, nuestra obligación terminaría dónde acaben los bienes de la herencia, o lo que es lo mismo, no responderíamos nunca con nuestros propios bienes, frente a las deudas ocasionadas por el finado.

 En resumidas cuentas, la trascendencia de una herencia va más allá del cuadro, el collar o la vajilla que nos guste. Podemos llegar a vernos endeudados por deudas que son de otro y en este caso cambiaría el refrán de “hay amores que matan” por “hay amores que endeudan”, que viene a ser un poco lo mismo.

Debemos acudir a expertos que nos aconsejen cuál es la situación no sentimental que tenemos frente a la herencia, sino real y que nos ayuden a canalizar los beneficios y las deudas que nuestro ser querido dejó en vida y no queremos que arruine la nuestra. Esto, lo llevamos haciendo en nuestro despacho desde hace mas de 20 años y todos nuestros clientes se han quitado no solo el peso emocional, al menos el económico que supone una herencia.

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